Thomas Hirsch, líder del Partido Humanista chileno y ex candidato presidencial por el Juntos Podemos (Convergencia de partidos y movimientos sociales de izquierda), afirmó durante un encuentro realizado en Bogotá, el pasado 2 de octubre, en la sede de FECODE (Federación Colombiana de Educadores), que a nivel mundial se ha vendido la idea de que Chile está andando por los senderos del progreso y que ha vuelto el socialismo, lo cual no tiene nada que ver con la realidad.
En su visita por Colombia se ha referido también a la integración latinoamericana y ha hecho importantes críticas acerca de la realidad socio política de Chile. Ha manifestado que esa bella imagen que los medios de comunicación y las multinacionales han hecho creer a la opinión pública, catalogando al modelo chileno, como exitoso y digno de exportar a otros países, obedece sencillamente a que el sector financiero y unos cuantos poderosos han sido los grandes beneficiados, y que por lo tanto son éstos quienes están realmente agradecidos y felices con la política económica neoliberal que impera hoy.
Hirsch fue contundente al señalar que Michelle Bachelet no representa la izquierda ni el socialismo como se ha querido mostrar ante los ojos del mundo. Dijo que durante los gobiernos de Lagos y en lo que va del actual, se han hecho simplemente ciertas reformas que no cambian sustancialmente las estructuras sociales ni las problemáticas de fondo; y que nunca han sido tan buenas las ganancias para las multinacionales y la banca privada como en estos últimos 6 años.
Fue radical al expresar que los derechos y garantías sociales han sido aniquilados por el capitalismo. Por esta razón resaltó la importancia de defender lo público por encima de lo privado, lo cual implica necesariamente “una revolución estructural”. Los intereses de los grupos poderosos únicamente podrán ser detenidos si todos los movimientos sociales se unen para defender sus derechos. Esta es una lucha de todos, y el poder de la unidad popular es la esperanza para ponerle freno a esta voracidad del modelo neoliberal, manifestó.
Explicó que lo que está ocurriendo en varias partes del mundo es un chantaje de la Social Democracia que seduce al electorado invitándolo a que vote a su favor para supuestamente derrotar a la derecha. Como pocos quieren que triunfe la derecha entonces votan por los candidatos socialdemócratas, quienes son los que ganan las elecciones. Sin embargo, una vez en el poder, gobiernan para la derecha. Por eso la social democracia de Bachelet no es más que la continuación de lo hecho por Ricardo Lagos. Es decir, un gobierno para la elite y el neoliberalismo.
Thomás Hirsch considera que éste ha sido un juego de las clases dominantes para hacernos creer que existe una democracia, que hay varios matices y opciones, y que la gente debe votar siquiera por el menos malo. Este engaño siembra falsas esperanzas de cambio y neutraliza el descontento popular. Lo cierto es que en la práctica ésta ha sido una estrategia eficaz, una trampa de manipulación electoral de las burguesías latinoamericanas y del capitalismo global para perpetuarse en el poder.
Sus denuncias contra la democracia neoliberal chilena fueron severas y bien argumentadas. Dijo que su país ha padecido un proceso drástico de privatizaciones de la salud y la universidad pública. Se ha presentado el cierre de empresas estatales y la quiebra de la pequeña y mediana empresa, ocasionando graves consecuencias para las clases populares reflejadas en los altos niveles de pobreza, desempleo, concentración de la riqueza en pocas manos, y un elevado costo de vida.
Esta es la realidad chilena, pero estos mismos estragos ha traído el neoliberalismo en otros estados como México, Colombia y el resto del continente. Derechos convertidos en privilegios y mercancías, mala distribución de la riqueza, saqueo de nuestros recursos naturales, mano de obra barata, retroceso de las conquistas sociales, deterioro ambiental, y estados incapaces de garantizar a sus ciudadanos un bienestar social, son muestras del bajo nivel de calidad de vida que fomenta este sistema de explotación.
De otra parte Thomás Hirsch afirmó que actualmente el pueblo chileno sigue bajo la Constitución política de Pinochet, solamente que con unas cuantas modificaciones superficiales y con la firma del ex presidente Ricardo Lagos. Con lo cual no queda duda del carácter conservador de la clase dirigente política chilena. Además, dejó expuesto su inconformismo por el sistema binominal que funciona en Chile, el cual deja por fuera del congreso a las fuerzas que no obtienen las dos más altas votaciones presidenciales, convirtiéndose el ejercicio político en una práctica excluyente y antidemocrática.
Vale la pena recordar y comparar un poco la historia socio política de Colombia y Chile ya que existen algunas tendencias y similitudes. Algo parecido a este sistema binominal chileno se implantó en nuestro país cuando la oligarquía liberal-conservadora inventó en los sesentas una fórmula conocida como el Frente Nacional. Este fue un acuerdo de la burguesía colombiana para que los dos partidos políticos tradicionales se pudieran repartir y alternar el poder, negando la posibilidad de que la izquierda democrática llegara a la presidencia.
Respecto a las transformaciones sociales del continente y los desafíos que tiene la izquierda para el futuro de América Latina, Hirsch reivindicó a Bolivia y a Venezuela por sus revoluciones. Dejó notar su simpatía por estos dos gobiernos, pero insistió en que no es tan cierto que existan varios países de izquierda en América Latina, pues la Social Democracia que gobierna en varias naciones del continente y de Europa, actúa con criterios neoliberales, beneficiando sólo a una minoría privilegiada.
Habló de lo importante que es una integración latinoamericana para enfrentar la globalización. Pero que esta integración debe ser humanista, orientada por criterios de solidaridad y de fraternidad. Considera que los referentes que impone el neoliberalismo, determinados por la competitividad y el libre flujo de capitales atentan contra el bienestar de las mayorías y la soberanía de los pueblos, y que es indispensable romper con el esquema de mercado del sistema financiero especulativo.
También cree primordial estrechar los lazos de cooperación entre los países latinoamericanos y que los tratados de libre comercio con Estados Unidos, Corea y Japón deben ser revisados cuidadosamente, pero que la mirada debe estar puesta especialmente en América Latina. Para Hirsch la sostenibilidad de los recursos naturales, el respeto por la pluralidad étnica y cultural, y el aseguramiento de la soberanía alimentaria, son aspectos que deben estar presentes en esta integración latinoamericana.
Igualmente se refirió a la necesidad de una legislación ambiental continental, una integración energética, una reducción progresiva del gasto militar, permitir el libre tránsito de ciudadanos entre los estados, proporcionar una salida al mar para Bolivia, y la creación de redes de comunicación. Resaltó varios de los proyectos que tienen que ver con la Revolución Bolivariana y decisiones que ha tomado Evo Morales: Telesur, Petrosur, Petrocaribe, Plan Barrio Adentro, los médicos cubanos, y la nacionalización de los recursos naturales, mineros y pesqueros, entre otros.
Señaló con cierta desilusión que Chile se ha distanciado del proyecto de integración latinoamericana que sostienen los gobiernos de Cuba, Venezuela, Brasil, Uruguay, Paraguay y Argentina. Con este panorama podría decir uno que Colombia, Perú y Chile conforman el bloque de los países de América Latina más conservadores, neoliberales y serviles del imperio. Vale la pena traer a acotación que al parecer en Ecuador vencerá en las próximas elecciones el candidato de izquierda, simpatizante y amigo de Hugo Chávez.
Me parece oportuno destacar las críticas que Hirsch hace sobre la desinformación que producen los medios masivos de comunicación al pretender engañar a la opinión pública internacional con la idea de que Chile integra esa corriente de izquierda. La manipulación de la realidad chilena se parece a la del caso colombiano. Al parecer sólo sirven para calmar los ánimos, para que algunos digan que reina la democracia y que hay sensación de optimismo, que ahora incluso hasta las mujeres pueden gobernar…
Eso mismo dicen y repiten, con ingenuidad, o mala intención, muchos defensores de la “libertad” que maneja el discurso capitalista made in Usa. Los medios de comunicación polarizan el planeta. Dicen cuáles son los buenos y cuales los malos, una cuestión medieval! Su vocabulario se convierte en una droga destructiva a nivel masivo. Calificativos como “el eje del mal”. Eso que asocian a toda hora con la palabra “Terrorismo”. Según ellos estos son: Irak, Afganistán, Palestina, Irán, Siria, Corea del norte, Venezuela, Cuba, Bolivia…, esos ejemplos a no seguir!
Pero del otro lado están los que “se portan bien” con el imperio, con el FMI, el BM, y con el modelo neoliberal mundial. Aliados de este bando son entonces por supuesto: los gobiernos de los Estados Unidos, Israel, Inglaterra, Japón, Colombia, México, Chile…, esos modelos a exportar! Me pregunto yo: no es esto una verdadera cruzada neocolonialista de occidente, en cabeza del imperio norteamericano, por “salvar la democracia, la libertad y la justicia universal” ?
De tal forma que no resultó raro que el derechista presidente mexicano Calderón se reuniera con Uribe Vélez y los medios publicaran los elogios que Calderón le hizo a la política de Seguridad Democrática de nuestro gobierno colombiano. Como dice Hirsch, se nos vende la idea de que el neoliberalismo en Chile ha traído un gran crecimiento económico, un gran desarrollo y que es un ejemplo de admirar para el resto de América Latina. Lo mismo veo yo, ocurre con el modelo autoritario de Seguridad Democrática de Uribe, que se divulga como el mayor triunfo de Colombia.
Todo esto se desarrolla dentro de un contexto de propaganda imperialista que cuesta millones de dólares y que ha lavado también millones de cerebros con sus poderosas armas de destrucción masiva: los medios de comunicación. Sin embargo las grietas de la descomposición social que ha traído el sistema capitalista han alentado hacia otras miradas. El triunfo de Evo Morales, Chávez y la Revolución Bolivariana, y el proceso del Partido Humanista de Chile, son prueba de que existe un inmenso sentimiento por liberarnos de las cadenas del imperialismo y de las tiranías criollas, para poder construir otras formas de enfrentar la vida.
Ojala que la izquierda latinoamericana siga consolidándose. Que eventos como el Foro Regional de Quito nos enriquezcan aún más. Que podamos acceder a noticieros y canales de televisión como Telesur en donde podemos enterarnos de la verdadera realidad latinoamericana. Resulta indispensable que nos informemos por otras fuentes distintas a los medios de dominación, que generemos nuestros propios medios alternativos de comunicación, un contrapoder a esa hegemonía que nos hace creer que el desarrollo, la libertad y la democracia son hijas del bárbaro modelo capitalista.
Por último aplaudo las consignas de Thomás Hirsch por el desarme mundial que tiene al mundo en absoluta zozobra.