Jean Charles Menezes muere en Londres por error, No nos aislemos de lo que sucede en el mundo, pues en este momento todo es cercano a nosotros… a propósito de la campaña de acciones no-violentas que nos propusimos hace dos semanas… recuerdan el texto “a la luz de lo sucedido en Londres”
Imaginemos la siguiente escena:
Un hijo suyo, un hermano suyo o usted mismo están de vacaciones y se apresta a tomar el metro de Londres. Como es un turista lleva una maleta de viaje, y como proviene de Latinoamérica (sus características físicas no son las propias de un anglosajón) puede tener los rasgos físicos y la contextura de algún presunto terrorista árabe, además no se olvide que al llevar una maleta, puede existir la neurótica idea de que ésta se encuentra cargada de explosivos.
De pronto cinco personas armadas, vestidas de civil, a lo lejos empiezan a gritar órdenes incomprensibles para usted o alguno de los suyos. Se asusta, entra en pánico y la primera reacción que tiene es huir del peligro… pero no lo logra, de pronto ya lo han alcanzado. Es de esperarse que esto no le agrade para nada y empiece a resistirse, lo que dicen sus interceptores sigue siendo incomprensible para usted… al instante con alevosía, crueldad y sin justificación le meten ocho tiros, cinco de ellos en la cabeza. Qué sentiría si esta persona fuera alguien muy cercano a usted o qué piensa que sentiría su familia si se tratase de usted.
Para rematar, al darse cuenta de que todo fue un error, con total desparpajo y cinismo, los involucrados y las autoridades londinenses en virtud de una política «antiterrorista» (tan ilógica como la de los terroristas que colocaron las bombas) admiten que si bien en esta ocasión se trató de una equivocación, dicho error está totalmente justificado, pues la persona que confundieron con un presunto terrorista; «fue advertido y no obedeció las instrucciones». Además es posible que en algún momento definitivamente se tratase de un verdadero terrorista y al interceptarlo antes de que cometa algún acto suicida, habrán salvado muchas vidas a cambio de la de un infame, vil y execrable asesino, cuya vida parece que, para una atacada y ofendida «civilización» occidental, no vale nada.
No hay que ser muy perspicaz para llegar a la conclusión que las autoridades británicas (y esta ya es una política consuetudinaria) para justificar su «eficiencia» les encanta sembrar pruebas a gente inocente (en esta ocasión fueron demasiado ineptos, pues no se trataba de alguien de origen árabe, sino de un simple sudaca en el momento equivocado, al cual definitivamente no podían vincular por ningún lado con la comunidad yihadista). No olvidemos la tristemente célebre película «En el nombre del Padre».
Con esto no quiero decir que dejemos de imaginar la otra cara de la moneda… Ahora nos encontramos en el metro de Londres y de pronto estalla una bomba…
Lo que quiero ilustrar es que nos encontramos en medio de dos fuegos y ambos tienen la misma lógica terrorista. Pues mientras el primero es un terrorismo que busca destruir el poder establecido a través de una estrategia parasitaria, cuyo objetivo central y consecuencia es diseminar como una epidemia el miedo en todas partes. Las autoridades (que tienen la obligación de «protegernos») en lugar de lograrlo hacen todo lo contrario, les siguen el juego a los terroristas en forma perfecta. ¡ Definitivamente AlQaida, mejores resultados no podía esperar!… Debemos estar conscientes que también existe el terrorismo de Estado, que al verse afectado en su «status quo», encuentra la perfecta oportunidad para aumentar su poder y su control sobre las personas. Como es de esperarse nuestras autoridades también se alimentan del miedo para sus protervos fines.
Ante esto, y ya en una espiral de violencia interminable, solo nos toca aguardar un efecto replica de parte de los «terroristas yihadistas» y un mayor endurecimiento de parte de las autoridades. Y para nosotros, la «sociedad civil» que nos encontramos en medio de este fuego cruzado, hacernos, cada vez más a la idea, de que ejerceremos menos y menos libertades en función de una presunta e inexistente seguridad.
No permitamos una justificación indolente para nuestras conciencias, dejando que las autoridades manipulen la opinión pública y hagan lo que se les viene en gana. Actuemos en forma crítica y responsable, evitando todo tipo de sumisión, en función del miedo. Abstengámonos a seguirle el juego a este fuego cruzado, condenando todo acto terrorista de cualquiera de las partes, enfrentando su lógica violenta, mediante la no violencia activa, ya que la historia se ha encargado de demostrar que ésta genera resultados más efectivos.
Caso concreto, a través de mensajes como el presente, podemos mostrar al mundo nuestra indignación y total rechazo por lo que está sucediendo, pero a la vez nuestra propuesta para que emerja en la opinión pública la sensatez y la cordura.
Exponiendo razones contundentes, por las cuales los proyectos «patrióticos» y fundamentalistas (sin importar de donde provengan) siempre tendrán los resultados menos deseados.