«Harás desaparecer tus conflictos cuando los entiendas en su última raíz, no cuando quieras resolverlos»
Invita a evitar la improvisación movida por impulsos irracionales. No dice que no haya que hacer algo, dado un problema, sino que simultáneamente al hacer, debe comprenderse. Casi todas las personas, frente a un conflicto y movidas por su ansiedad, se lanzan a solucionarlo sin comprenderlo en su raíz. De esa manera, se complica aún mas el problema y este motiva a otro, en una cadena inagotable.
Examinemos un ejemplo a modo de leyenda:
Un joven pastor, a causa de su manta, pasaba mal las noches de frío. No porque aquella estuviera mal tejida o fuera de pobre calidad. El pastor solía hablarse de este modo: «Desde pequeño esta manta me protegió de vientos, heladas y nieves, pero ahora el frío pasa a través de ella. Sin duda que con el uso se ha rasgado aquí y allá. Si me ha servido cuando niño debe servir también ahora; basta hacer algunos remiendos adecuados».Así, puso manos a la obra y la dejó nuevamente en buenas condiciones.
Al llegar la noche, notó que sus pies quedaban descubiertos y a punto de congelarse. Entonces tomó la frazada y la corrió hacia abajo dejando al descubierto buena parte de su pecho, porque la manta era demasiado corta.
De ese modo pasó la noche: cubriendo abajo descubría arriba y a la inversa.
A la noche siguiente, reflexionó de este modo: «Si esta manta me acompaño en la niñez y entonces sirvió bien de protección, también ahora deberá servir, porque esta como nueva luego del arreglo. Tendré que encogerme bien al dormir, ya que según parece he crecido demasiado.
Y el otro amanecer encontró al joven insomne y con todo el cuerpo dolorido, tal había sido su molesto encogimiento. Entonces decidió: «Ni la manta creció en todo este tiempo, ni yo puedo achicarme para que sigamos juntos».
Ilustración de Rafael Edwards