El miércoles 6 de marzo, bajo la orientación de Enrique trabajamos el tema de la diversidad, la idea es que la diversidad sea la idea que oriente el proyecto del Consejo 75 en Colombia.
Trabajamos alrededor de dos preguntas:
– ¿Qué es la diversidad?
– ¿Cómo vive la diversidad?
Cada uno de los participantes respondió individualmente y por escrito y luego se hizo un trabajo en grupo en el que se compartieron los puntos de vista y se construyeron visiones de consenso sobre el significado de estos conceptos. Las mayor parte de esta memoria está basada en el debate en grupo en el que participaron Enrique, Fernando, Reto y Germán, pero está enriquecida con las presentaciones que los demás grupos hicieron en la plenaria.
Entender y vivir la diversidad
Cuando se intenta definir diversidad llegan a la cabeza múltiples ideas: variedad, multiplicidad, riqueza, diferencia, cambios, etc. Muchos tonos, sonidos, colores, olores y sabores, muchas sensaciones.
Hay diversidades que tienen que ver con la naturaleza, así por ejemplo se dice que Colombia es uno de los países de la megadiversidad de la vida, teniendo en cuenta que en este territorio ocurren fenómenos como que en un solo árbol de la selva chocoana sea posible hallar tantas especies de insectos como en todo el Reino Unido. Colombia es un país que cuenta con solo un 1% de las tierras emergidas del planeta sin embargo algo así como el 10% de las especies de plantas y animales existentes en el mundo están en este territorio: el 8% de los mamíferos, el 15% de los primates, el 18% de las aves. Esta diversidad tan amplia se produce gracias a la convergencia de lo dos océanos, la cordillera de los Andes y la selva amazónica.
También Colombia posee una enorme diversidad cultural, existen aun hoy en día por lo menos 80 pueblos indígenas, con diversas costumbres, tradiciones, idiomas, concepciones del mundo, aproximaciones a la divinidad, etc. En Colombia se hablan por lo menos 60 idiomas diferentes, además de los acentos del español generalizado, existen muchas lenguas indígenas, algunas solo usadas por un puñado de personas y otras por miles de personas. Además de las lenguas indígenas se hablan también el inglés raizal de los habitantes de San Andrés y Providencia y el idioma Rom del pueblo gitano.
La diversidad de las culturas ha sido históricamente una respuesta a la diversidad ecosistémica, la cultura es la forma en que los seres humanos nos adaptamos al ecosistema.
La llamada cultura occidental (que viene de tierras situadas al oriente de las nuestras), que también se llama a veces judeocristiana o eurocéntrica, ha contado entre sus características la oposición a la diversidad, ha impuesto a sangre y fuego a las diversas culturas su ideología, su religión, sus principios y sus estructuras económicas. La economía y la industria funcionan mejor sobre procedimiento y procesos uniformes que “cualquiera” puede entender y adaptarse a él.
Durante siglos se buscó que la estructura cultural formara sujetos uniformes y eliminara las diferencias, la educación, la religión, los idiomas escritos, las milicias han sido algunas de las estrategias que han vehiculazo a la homogenización de al cultura.
A mediados del siglo XX la diversidad empieza a convertirse en un factor importante para el poder. Hasta entonces las personas, las culturas y los ecosistemas se trataban y clasificaban solo como lo mismo o lo otro, estaban en la cultura “occidental” o estaban por fuera, eran civilizadas o salvajes.
Ya desde entonces la mujeres venían peleando por la opción de ser diversas, diferentes a la sombra de los hombres en las que las había convertido la “civilización”, en un siglo de revolución silenciosa las mujeres han generado muchas formas de expresión, una diversidad de formas de ser que ha cuestionado fuertemente la cultura. La base de la revolución de las mujeres, está en concebir el género como construcción cultural, que va más allá del sexo determinado fisiológicamente.
Este proceso desató el descubrimiento de muchas formas de expresión de la diversidad de los seres humanos, ya no nos concebimos a nosotros mismos como seres definidos por una sola o unas pocas opciones (rico o pobre, hombre o mujer, civilizado o salvaje) sino por una compleja red de características que evolucionan con el desarrollo de la vida: nuestra étnia, nuestra nacionalidad, nuestro color de piel, nuestra opción sexual, nuestra opción de género, nuestra ubicación (geográfica, socioeconómica, cultural) y muchas otras variables.
Eso nos permite vivir el regalo de la diversidad en la vida cotidiana conocer diversidades de expresiones culturales, gastronómicas, lingüísticas, musicales, plásticas. Construir diversidad en las relaciones familiares, en la pareja, en el sexo. Al fin y al cabo, en la diversidad está el placer.
Sin embargo no es fácil vivir la diversidad, la cultura, la familia, la educación, nos han moldeado para tener claridades sobre el deber ser las cosas en la vida, esos moldes en que nos hemos encasillado no permiten vivir la diversidad con plenitud sino que generan miedo a lo otro, angustia por el cambio y recelo ante lo diferente.
Hay que hacer un esfuerzo deliberado por ser capaz de entender a las personas más allá de los moldes o estereotipos que tenemos, vivir el regalo de la diversidad implica salir del molde, ponerse en actitud de escuchar y de aprender de lo otro, de los otros y las otras.
Pero también implica tener una identidad un sentido de pertenencia, la cultura homogenizadora ha sabido aprovechar muy bien la idea de la diversidad, el capitalismo nos vende cotidianamente la opción de ser diferentes, de pensar diferente, de vernos diferentes, siempre y cuando sigamos comprando la diversidad en las diferentes tiendas que aparecen muy homogéneas a lo largo de la superficie terrestre. “Piensa diferente, toma Coca-Cola”, “se diferente compra en Carrefur”, “viste diferente usa Levi’s o Adidas”.
En el actual estado de las cosas, el lugar de la diversidad es marginal, puedes salirte de los estándares de construcción de familia o de pareja, pero no de los de construcción de opinión y participación económica. Sobre todo no puedes pensar en acceder realmente al poder siendo diferente, no se puede ser negro, latino, mujer, gay o musulmán y aspirar a ser presidente, directivo de una corporación o cualquier otra importante figura pública, a menos que estés dispuesto a asumir el rol de bufón.
El sistema nos invita a tolerar la diversidad, a aceptar que existen “otros y otras” que son diferentes. Pero nuestro reto va más allá, debemos respetar la diferencia, partiendo de la idea de la igualdad porque por más que una persona o una cultura tenga elementos que la hacen completamente diferente a uno, se debe entender que ante todo es producto de seres humanos, seres humanos como uno.
Podemos decir que vivir a plenitud la diversidad implica cuatro grandes retos:
- Conocer la diversidad, la gran variedad de expresiones de la vida, de la cultura, de la individualidad
- Ser capaz de entender la diversidad de expresiones de la cultura y de la individualidad más allá de lo que los moldes que nos han impuesto lo permiten, pero al tiempo manteniendo nuestra identidad que es nuestro propio aporte a la diversidad
- No limitarse a “comprar” la diversidad social y cultural, como la variedad de productos del supermercado
- Reconocer y respetar las expresiones diversas partiendo del hecho que son expresiones del ser humano que como tales merecen un trato justo y equitativo