La acción humana se impulsa por la necesidad de superar el dolor y el sufrimiento. Desde sus orígenes lucha contra los factores desventajosos que impone el medio ambiente.
Avanzando sobre determinismos naturales inventamos el lenguaje y la escritura, aprendimos a domesticar alimentos y animales, construimos aldeas y ciudades, ampliamos nuestro medio natural a lo cultural, histórico y social. Pero algo en la dirección de nuestra lucha se fracturó cuando, movidos por temores y deseos, vimos en otros seres humanos una amenaza, un enemigo en acecho.
Todavía éramos individuos o pueblos aislados, cuando extendimos la lucha contra lo natural hacia el dominio de otros hombres, tribus, razas y naciones, sometiéndolos a nuestra fuerza y voluntad. Multiplicamos guerras y exterminio, odios y discriminación, soledad, desamparo, injusticia, enfermedad… En definitiva, construimos un medio social violento, donde la discriminación fue la moneda con que pagamos a los débiles o diferentes.
Las cosas han continuado desarrollándose más o menos así hasta llegar al día de hoy, donde el desequilibrio ecológico amenaza la continuidad de la vida, y la ambición sin freno del poder financiero mundial avanza implacablemente bajo forma de neoimperialismos y neofascismos disfrazados de “nuevo orden mundial”.
Pero… ¿cómo es que llegamos a esta situación? ¡Si habíamos partido de objetivos tan nobles y buenos como eran proteger nuestra vida y la de nuestros hijos, la vida de nuestro pueblo y nuestra gente! ¿Cómo es que terminamos construyendo una sociedad tan violenta y desalmada que sólo nos asegura hambre y muerte?
En nuestra interpretación, ha sido la contradicción la que nos ha llevado a esta situación aparentemente sin salida. Nuestros grandes miedos nos han llevado en la dirección equivocada, contaminando la existencia con contradicción. En lo más inmediato, con una retórica hipócrita que envenena a las nuevas generaciones. En lo social, permitiendo que una minoría se apodere del todo social, sometiendo a más del 80% de la población mundial a la tiranía del dinero que todo lo puede.
Y esto último ha sido posible porque, ingenua o maliciosamente, quedamos entrampados en la red de la contradicción cuando les quitamos a otros la posibilidad de elegir, lo discriminamos y lo sometimos a nuestra voluntad. En ese mismo momento nos atamos a la frustración, al individualismo, al egoísmo, al nihilismo, a deseos de poder y venganza, a la falta de fe.
En cada una de aquellas acciones cotidianas, encadenadas a lo largo de la historia, construimos las condiciones del mundo de hoy. ¡La violencia no es lo natural en lo humano! La violencia fue y es una elección. Y esa elección siempre se hace entre condiciones que impone el medio histórico y social. La contradicción personal se entreteje y multiplica en el medio social contaminando las condiciones de elección de otros hombres. Contaminando la sociedad
Así, amigos míos, hemos construido este mundo de intenciones humanas donde la crueldad ya no es sólo para los enemigos y competidores, los diferentes y equivocados. Hoy la crueldad es la marca hasta de nuestras relaciones personales más íntimas.
Queridos amigos, como vamos comprendido muchos de nosotros, la aparente normalidad de nuestras vidas ya está rota y nuestros antiguos ensueños son sólo una ilusión.
A aquellos que abrigan esperanzas de reformar este sistema inhumano por medio de la política, la lucha social o la religión, les decimos que este sistema está podrido desde su raíz hasta su cumbre y que ya nada puede detener su colapso.
A los viejos amigos que están por la lucha armada les decimos que con un enfoque violento de la violencia no resultará la paz.
A los ideólogos e intelectuales que se demoran en opiniones les decimos que lo que estamos poniendo en discusión no es el signo ideológico del opresor sino la opresión misma.
A los que abogan por políticas y prácticas de “mano dura” les decimos que la única seguridad efectiva es la de vivir felices, rodeados de buenos amigos.
A los que apoyan la pena de muerte les decimos que millones mueren cada día y eso no ha mejorado nuestra situación.
A los que creen en el “nuevo orden mundial”, les decimos que la uniformidad no es garantía de nada y mucho menos de eficacia y coherencia.
A los desesperanzados y fracasados que se resignan a abandonar sus utópicos ideales de paz y justicia, les decimos que es necesario que elijan si quieren vivir y en qué condiciones quieren hacerlo.
Queridos amigos, estas son, también, formas de violencia que experimentamos individuos y pueblos en el momento actual.
Pero… ¿qué hacemos entonces? La propuesta es simple: revolucionemos la sociedad transformando las condiciones sociales que generan violencia, pongamos la vida humana por encima de todo valor e ideología, promovamos en nuestras familias, organizaciones y países condiciones de libertad y no-discriminación, luchemos por igualdad de oportunidades para todos los seres humanos enriqueciéndonos en la diversidad, presionemos a los que deciden para avanzar hacia formas de democracia real y directa donde se cumpla la ley, por imperfecta que sea.
Hagamos una revolución solidaria y no violenta que cambie las condiciones sociales en las que se desarrolla nuestra existencia.
Y ¿Qué es una revolución solidaria y no-violenta? ¿Es la reacción educada y prolija de gente que teme a las bombas y confunde pacifismo con no-violencia? ¿Es la acción tímida de chicos buenos que no le pegan a nadie? ¿Es la idea irrealizable de un grupo de ingenuos? ¿Es el escudo de los que temen recibir golpes? ¿Es pretexto para los cobardes? ¿Es un discurso a la moda que usamos en la vida pública pero dejamos de lado apenas cruzamos la puerta de nuestra casa, y no aplicamos en el trato a nuestra pareja y nuestros hijos? ¿Es, acaso, la máscara hipócrita de quien reclama justicia e igualdad sólo porque la porción de torta que le ha tocado es demasiado pequeña para sus pretensiones, pero nada diría, o hasta diría lo contrario, si la suerte cambiara a su favor?
Para los miembros y adherentes de La Comunidad, así como para los humanistas de todo el mundo, la no-violencia es un modo de hacer que tiene como valor central la vida de todos y cada uno de los seres humanos. No-violencia es aspiración de coherencia personal y social. La no-violencia no es “naturaleza humana” sino la materialización de las mejores intenciones de nuestra especie que, en constante transformación, abre caminos y construye peldaños avanzando hacia el futuro. No-violencia es la esperanza de reencontrar un sentido que vaya más allá de los egoísmos, las frustraciones y las pequeñeces.
No-violencia es un canto a la libertad de la nación humana, es diversidad, es no discriminación, es compasión y justicia social. Y en este crítico momento de nuestra historia, no-violencia es entender que el progreso de unos pocos terminará en el progreso de nadie. Es luchar para transformar las condiciones sociales que generan violencia, es denuncia y es reclamo, es oposición a las leyes injustas y desobediencia civil frente a cualquier atropello a la dignidad de nuestros pueblos.
Es urgente que impulsemos y promovamos toda acción convergente en un gran proyecto social y popular de construcción de la nación humana latinoamericana que tenga como destino último el surgimiento de la nación humana universal.
La Comunidad no les propone que abandonen sus lugares, ni se transformen en ascetas errantes, faquires desnudos o ministros presbiterianos para ser militantes de la no-violencia. Muy por el contrario, los exhortamos a que participen activamente en todos los lugares a donde llega su influencia para poner en discusión lo verdaderamente importante: las condiciones sociales, interpersonales e íntimas que generan contradicción y violencia. Los exhortamos también a que se comuniquen libremente, sin el ridículo temor a no ser comprendidos, y propongan ideas y acciones que amplíen los horizontes de opción para todos.
Esa es nuestra motivación para participar de esta Cumbre de los Pueblos. Aspiramos a manifestarnos en acciones revolucionarias conjuntas que tengan como signo la metodología de la no-violencia activa. Y, en un sentido amplio, consideraremos humanista a todo aquel que sostenga una actitud humanista, su estrategia de lucha sea la denuncia sistemática de todas las formas de violencia y aplique la no-violencia como táctica de lucha en situaciones puntuales en las que se verifique cualquier tipo de discriminación.
En síntesis, queridos amigos, esta encrucijada de la historia nos pone nuevamente frente a la posibilidad de elegir:
¿Aceptaremos la violencia como parte natural de nuestras sociedades, sometiéndonos al dominio zoológico del más fuerte, suplicando que nos den alguna migaja del todo social, simplemente subsistiendo?
¿O nos alzaremos en pie frente al aparente destino reclamando progreso para todos, poniendo en cada uno de los seres humanos nuestro blanco de libertad?
Queridos amigos, si esta última es su elección, hagamos de la desobediencia civil nuestra metodología porque es la única digna de los seres verdaderamente humanos.
Muchas gracias.
Recomendamos: Campaña Internacional de Educación para la No Violencia
BIBLIOGRAFIA
“Obras Completas I”, Silo.
«Conflictividad y pacificación», Adam Curle.
«Non-violence politique» (Sein, Heberto)
«Alternatives non violentes» (Croissant, Pierre)
> La Revolución No Violenta
El sector administrativo de consejo 18 mando al hospital a su novia con convulciones ,apnea,estado de panico,hasta el dia de hoy mi amiga tiene marcas en el cuerpo y ustedes proclamaan la no violencia ,hoy se realizo la denuncia ,sobre la violencia ficica,moral ,psocologica que esta causando el MH EN LA CIUDAD DE CORDOBA