– Ese mensaje nos hizo mucho bien a los que veíamos sin ver, oíamos sin oír, queríamos sin querer y esperábamos sin esperanza.
Éramos nosotros los más diversos hombres y mujeres que desde un mundo oscurecido lanzamos un clamor capaz de mover una respuesta que comenzó a llegar desde el silencio. –
El Mensaje fue dado por silo en julio del 2002. Este mensaje habla de un Libro, de una experiencia, de un Camino. Del sentido de la vida, de la necesidad de una renovación espiritual, del amor y de la compasión.
Algunas personas tomaron en sus manos este mensaje y lo transmitieron a otros. Así se fueron formando las comunidades en distintos países del mundo.
Han pasado de esto más de dos años, las humildes salitas que se van levantando en distintos parajes, poblados y barrios; las salas de las ciudades y las salas nacionales muestran que el mensaje se va concretando en obras físicas, como la que empezamos a ver ahora mismo.
Con una suavidad inusitada aparecieron referencias al Libro, a la Experiencia y al Camino. En pequeños folletos se dio a conocer ese mundo de insinuaciones que no arrancó imponiendo un paisaje espiritual.
En lugar de exigir verdades, el mensaje presentó tímidamente un conjunto de vivencias, un conjunto de sentimientos para que los interesados los interpretaran libremente y de acuerdo a su mejor entender.
Así fue el comienzo, y ese comienzo fue en realidad una respuesta.
Ese mensaje nos hizo mucho bien a los que veíamos sin ver, oíamos sin oír, queríamos sin querer y esperábamos sin esperanza.
Éramos nosotros los más diversos hombres y mujeres que desde un mundo oscurecido lanzamos un clamor capaz de mover una respuesta que comenzó a llegar desde el silencio.
Hemos puesto en marcha una sucesión de acontecimientos y sabemos qué debemos hacer.
Debemos pedir, debemos exigir que el mensaje se materialice, sea visible, tome cuerpo y nos muestre cómo debemos proceder a fin de que ocurra lo mejor para nosotros y para toda la gente.
Esto ocurrirá en poco tiempo y en este mismo lugar, porque aquí presionaremos para que se responda al clamor de miles de gargantas.
Amigos, hermanos míos, no permitamos que las tinieblas se apoderen de esta nuestra tierra tan frágil y amenazada. No permitamos que la tristeza y la confusión cundan entre nosotros.
Amigos, hermanos míos, afirmemos nuestro profundo deseo y nuestra intención insobornable de que se encienda la luz en nuestra mente y en nuestros corazones y pidamos que un nuevo día alumbre el nacimiento espiritual para todos los seres humanos.