Asumir el protagonismo para la superación de la guerra

Los humanistas nos hicimos presentes en la marcha de apoyo a las víctimas de la guerra que se realizó en varias ciudades de Colombia y el mundo el 6 de marzo. En ella no solo reiteramos nuestro rechazo a toda forma de violencia, venga de donde venga. Sino que también hicimos un llamado de paz a los presidentes de América Latina. Los humanstas creemos en una Latinoamércia sin guerras, sin violencias y sin fronteras en la que la converja la diversidad de sus pueblos.


Los humanistas nos manifestamos y denunciamos toda forma de violencia, venga de donde venga:

– Rechazamos el secuestro y las terribles condiciones de cautiverio a las que están siendo sometidas cientos de personas en Colombia
– Rechazamos las tomas a poblaciones, los ataques con bombas y otros métodos de acción guerrillera que siembran el terror entre la población
– Rechazamos los asesinatos de miles de colombianos y colombianas cada año por parte de todos los actores de la guerra, tanto en combate como en ataques a la población civil, condenamos los asesinatos selectivos, las masacres indiscriminadas y toda forma de asesinato
– Denunciamos el uso de estos métodos por parte de todos los actores armados del conflicto: las guerrillas, los paramilitares y las fuerzas del estado colombiano
– Condenamos que agentes del estado cometan ejecuciones extrajudiciales. Denunciamos las desapariciones forzadas de personas que han sido detenidas por las fuerzas de seguridad del estado
– Denunciamos que alrededor de tres millones de colombianos y colombianas han sido desplazados de manera forzada de sus territorios, sus propiedades han sido tomadas y sus vidas se han puesto en peligro
– Denunciamos los acuerdos entre políticos y paramilitares para adueñarse del poder y repartirse los recursos públicos y los bienes de los desplazados

Para el jueves 6 de marzo se ha convocado una marcha para reclamar por las víctimas de la guerra. En esta manifestación, como en la realizada el 4 de febrero, protestaremos contra el uso de cualquier forma de violencia como medio para imponer ideas y propuestas políticas.

Los actores del conflicto de uno y otro bando están siempre prestos a manipular los genuinos intereses de la gente para su propio beneficio, la multitudinaria marcha del 4 de febrero perdió su vigor al convertirse en solo un ardid para lanzar una nueva reelección de Uribe.

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Al justificar su propia barbarie en las atrocidades del otro todos los actores del conflicto han convertido a la guerra en un círculo vicioso del cuál solo se puede salir con más guerra. La guerrilla se ha justificado en la violencia económica que las clases privilegiadas ejercen sobre los desposeídos; las acciones del ejército y demás actores armados del estado se han justificado en la violencia guerrillera, y, al verse restringidos por las crecientes presiones a favor del respeto de los derechos humanos, se privatizó la guerra sucia -lo peor de la violencia- en los paramilitares, que a su vez siguieron justificando su accionar en la violencia de los guerrilleros y les dieron a éstos una justificación nueva con su sevicia y crueldad.

En el fondo no es la revolución, ni la institucionalidad, ni el pueblo, ni la libertad, ni ningún otro gran valor lo que defienden los actores armados, detrás del la guerra está el lucrativo negocio del narcotráfico del cuál se lucran todos los actores de la guerra. Las guerrillas cobran el gramaje y ofrecen seguridad a los traficantes para permitirles continuar con su negocio. Los paramilitares les han peleado los territorios a las guerrillas para controlar el mismo negocio, la reciente desmovilización de estas fuerzas no cambió su poder sobre el negocio de las drogas. Un número importante de políticos de prácticamente todas las tendencias han sido financiados en sus aspiraciones por los dineros del narcotráfico, muchos de ellos han convertido al erario público en su fuente alterna de financiación. El control del poder público, combinado con el manejo del tráfico de drogas y la violencia, funcionan con la lógica de una mafia. El reciente escándalo de la “parapolítica” mostró que este problema no se limita al control de zonas del país sino que responde a un proyecto para asegurar el control total de Colombia.

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Para los humanistas, las manifestaciones y otras formas de acción noviolenta son el camino para la construcción de la paz, formas de acción que hay que promover y alentar. Pero las manifestaciones no pueden limitarse a actos aislados sino que deben ser parte de procesos de estructuración de una sociedad más justa.

Es necesario que quienes se manifiestan, el grueso de los colombianos y colombianas que no están involucrados en el negocio de la guerra, tengan una creciente claridad sobre lo absurdo de la guerra, sobre los mecanismos que los diferentes actores del poder usan para manipular sus sentimientos y hacer aparecer su honesta oposición a la guerra como apoyo a uno de los bandos.

No importa en que bando nos hayan puesto los acontecimientos, lo importante es que sabemos que no hemos elegido tomar parte de ningún bando, repudiamos y denunciamos todas las formas de violencia de todos los actores de la guerra, denunciamos y repudiamos todas las formas de violencia que se justifican en la guerra y en la violencia de los otros. Repudiamos y denunciamos todas las formas de violencia económica, social, sicológica, religiosa, étnica, sexual que se amparan o se justifican en la guerra.

Solamente una opción que ponga al ser humano como valor central y que intencione la superación de todas las formas de violencia será la salida para violencia en Colombia.

Reconocemos y apoyamos el trabajo que varias organizaciones de la sociedad civil vienen haciendo a favor de la construcción de la paz, sabemos que es un proceso complejo y largo. Es importante que muchas más personas, la mayoría de los colombianos y colombianas se sumen a estos esfuerzos.

Todas las fotos:

Manifestación 6 de marzo
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