Nuestra amiga Sarah Navalayo Osembo humanista de kenia «parece como si hubiera ido al infierno y hubiera vuelto».
Ella nos cuenta sus impresiones acerca de lo que esta ocurriendo en su país, esta lineas son del 17 de enero
Fraude electoral en Kenia, todo se oscurece!
Tuve durante mucho tiempo, muchas ganas de escribirles compañeros… es sólo que no tuve tiempo de hacerlo. Los extraño un montón, deberán saber que «la nostalgia se siente tan fresca como las zanahorias del campo» la inventé yo, ¿se escucha bien?
Estoy bien, parece como si hubiera ido al infierno y hubiera vuelto. Quiero que regrese un poco de normalidad y que mi cabeza se abra otra vez. Pero los políticos en este país nuestro, han decido que la ley se deberá usar sólo para beneficiarlos a ellos y que reviente el resto de la gente. Aún ahora, mientras les estoy hablando, me ha llegado un texto de mi amigo que está en la ciudad, donde me dice que los policías han entrado en Tao y que van a las oficinas, diciéndoles que cierren y que la gente se vaya a sus casas… preanuncio de violencia.
Lo gracioso es que antes del 27 de diciembre todo esto era una broma. Por supuesto que sabíamos que las posibilidades eran muchas, pero ninguno de nosotros anticipó esta locura, que se ha convertido en obsesión de las noticias internacionales. Yo estaba en Eldoret viniendo para Nai, el 29. De repente la gente empezó a escapar del centro de la ciudad y por un momento todo parecía surrealista. Estaba con mi hermano, la esposa de mi primo, sus dos hijos y mi primo que está en sexto grado. Con equipaje, les remarco. Nunca pensé que yo, Sarah Navalayo Osembo, estaría involucrada en peleas con la policía. Y no habíamos hecho nada. Sólo estábamos en el lugar equivocado en el momento incorrecto. Otro muchacho nos vio y nos dijo que entráramos a su negocio. Por eso, todo este asunto tribal me hace pensar ¿por qué decidió ayudarnos si evidentemente no éramos de su tribu?. Eso me hace pensar que es simplemente política y que debajo de ella estamos todos los seres humanos que nos necesitamos mutuamente.
Para no hacer la historia tan larga, el regreso a casa fue una pesadilla. Encontramos seis piquetes en el camino con jóvenes airados pidiendo a los gritos sangre kikuyu. Muchachos jóvenes que apenas llegarían a los dieciséis golpeando el auto y enarbolando pangas y piedras e incendiando cubiertas de autos. Nunca estuve tan asustada en toda mi vida. Vi la muerte ese día. Uno se siente inútil, no importa quién se es, de dónde se viene, qué se sabe, qué se logró. Llega el momento y uno se siente tan sólo y… ¡¡¡le tiene que pedir misericordia a unos niños!!!! Anteriormente trabajé en los tribunales y cuando traían a los delincuentes juveniles, yo acostumbraba a sentir mucha pena por ellos. El hecho de que a uno se le haga rendir cuentas de sus actos es algo difícil. Pero vi cómo nos estaban aterrorizando y deseé que hubiese una forma de que pagaran por lo que estaban haciendo. La esposa de mi primo es una Meru. ¿Saben que en un piquete (el peor que encontramos) nos pedían que ella se bajara porque era una kiuk? Dios y el conductor pudieron parar esa locura, porque ellos trataban de abrir la puerta y ésta se negaba a ceder y el conductor, que era un kalenjin, los convenció diciéndoles que él la conocía.
Aún así, el hombre nos dejó en el lugar donde apareció el siguiente piquete. Era mucho más grande que el otro y dijo que no podía arriesgarse a seguir adelante. Tuvimos que caminar por los bosques montañosos… ¡con niños! Y en los alrededores, estaban los camiones del Servicio General que se dirigían a la ciudad. También estaban los nandi, armados con arcos, flechas y lanzas, que también iban a la ciudad. Nos encontramos con unos NYS que nos dijeron que nos fuéramos de ese lugar tan lejos como nos fuera posible. Si hubo un momento en el que recé, creo que ninguno supera a este día. Ahora creo firmemente en los milagros, porque dimos vuelta la esquina y nos encontramos a un hombre que iba hacia nuestra ciudad. Otra vez, era un kiuk y decidió ayudarnos. Iba a buscar a su familia pero le dijo al conductor que nos llevara primero y se bajó. Luego nos enteramos que fue muerto también en el fracas también. Yendo hacia la estación de policía había mujeres y niños cargando todas las pertenencias que podían. Los hombres permanecían detrás para proteger sus propiedades. Justo cuando nos íbamos, surgieron del bosque los nandis y atacaron la estación de policía. Lo vi con mis propios ojos, pero no apareció en las noticias. Nos dijeron que todo está bien y que la vida va a volver a la normalidad, ¿a quién quieren engañar?
Esa noche, nuestras ciudades locales (Turbo y Mautuma) ardían por los incendios y estaban inundadas de gritos. Quemaron, robaron, asesinaron. Todo porque estamos peleando por la ‘democracia’, pero sin preguntarnos en primer lugar qué tipo de líderes verdaderos desencadenarían sobre nuestras vidas normales, esta anarquía y esta falta de justicia. Somos tontos … «El africano es corrupto por donde se lo mire» como decía Chinua Achebe.
Me llevó dos semanas de estar escondida puertas adentro, para convencerme de que viajar era seguro entonces. Aún así la autopista de Nakuru a Eldoret era algo inexplicable. No hay palabras que describan las carrocerías negras de los autos quemados, los árboles cortados al lado del camino para marcar los piquetes, los campos de maíz humeantes aún, los centros comerciales aplastados de una Mabati incendiada, mientras la gente saqueaba lo que pudiera haber quedado, los incontables kenianos que literalmente llenan cada iglesia con miedo y sospecha en sus ojos … todo en este mismo país que era Kenia hace unas pocas semanas atrás.
Basta de locura. Esta nación está llena de individuos que la venderían al mejor postor, individuos que preferirían ver a la gente morir con tal de no bajarse del poder, individuos que no aceptarían la derrota, si ellos no fueran los ganadores. Llegúe a la conclusión de que estamos malditos. Víctimas de nuestras acciones, títeres de la élite.
Nos mataremos unos a otros mientros ellos miran los hechos por televisión. Tenemos que mirar para atrás constantemente, porque nunca sabemos cuándo vendrá la policía … y lo peor de todo es que se nos juzga por nuestros nombres y no por nuestra personalidad. Y a este lugar le llamamos hogar. No tenemos otro lugar donde ir.
Estas cosas me enloquecen. Les escribiré otra vez cuando no esté tan loca. Owize te quiero mucho y no te apures en regresar. Hasta pronto.