En Jujuy estaba programada una nueva arenga de Silo.
El paraje elegido fue en esa ocasión, Yala.
A pesar de la autorización dada con anterioridad, se retiró el permiso a último momento justificando tal proceder por el «estado de sitio» que regía en esos momentos.
La radio y la prensa de Jujuy habían emitido sus comunicados exhortando a la población a no concurrir a la arenga.
Esa tarde del 20 de julio, comenzó la peregrinación hacia el lugar, distante 16 Km. de la ciudad capital.
Los colectivos eran desviados y se persuadía a la población en la plaza principal a fin de que no subiera a dichos medios de transporte.
Desde la Quebrada de Humahuaca (Tilcara, Maimará y Tumbaya) bajaban camiones transportando quebradeños e indígenas de Juella (conocidos como Semilantes) ataviados con sus trajes típicos y portando sus cajas, erques, bombos y anatas.
Desde Volcán bajaban los mineros.
Leñadores y campesinos, obreros tabacaleros y gente de la ciudad, iban aproximándose por cualquier medio. Impresionante y heterogénea multitud se acercaba a pie, montada, en sulky o automóvil (silenciosa, obstinadamente ).
A las 16 horas, más de dos millares de personas rodeaban el lugar elegido: la «piedra grande» del camino de Yala.
Llegó Silo al lugar desde una quebrada y trató de exhortar a la gente a la desconcentración. En ese momento la policía se acercó para silenciarlo.
La tensión crecía…
Silo comunicó entonces su decisión de partir y se dirigió a un vehículo ubicado en las inmediaciones, desde donde saludó a la gente que lo seguía.
Lentamente se fue alejando entre dos columnas de silenciosos campesinos que alargaban sus manos para dárselas a Silo.
En ese preciso momento se producía la conquista de la Luna por el ser humano. En los cielos triunfaba la técnica y en la Tierra se ahogaba el espíritu. En un punto de la Tierra desconocido para la atención mundial, en un paraje ignorado de América del Sur un hombre vestido de overol blanco, enmudecía.
Al atardecer, Silo lanzó por cinta grabada un mensaje que fue regrabado y entregado a varios peregrinos de Perú, Bolivia y el norte de Chile.
«La persecución y la violencia impiden que nuestra palabra llegue hasta las gentes que la esperan.
Cambian los gobiernos y sus hombres, pero la persecución y la violencia continúan.
Esta oligarquía clerical encabeza la persecución. No sólo ha recurrido a la calumnia como habitualmente lo hace, no sólo ha tratado de forzar al poder civil a fin de lograr nuestro encarcelamiento como lo ha hecho en otras ocasiones, no sólo ha presionado sobre los escribas timoratos que temen publicar nuestras denuncias (demostrando con esto que reconocen el poder terrenal y corruptor de los sacerdotes). Hoy ha llegado más lejos, ha logrado cercenar la facultad de comunicación del hombre con su hermano, maniobrando con no sé qué argucia legalista. Si esa argucia vale, que cierren entonces sus templos y silencien sus sermones públicos, de esa manera estaremos todos en condiciones de meditar en silencio.
Estos sacerdotes paganos encabezan la persecución y la violencia. Así lo hacen porque toda denuncia pública contra ellos debe ser acallada.
La palabra que hoy ahogan será escuchada en el futuro, pero sus palabras serán ahogadas para siempre.
Esta oligarquía clerical, anticristiana y pagana ha entendido que su reino es de este mundo. Ha entendido que no puede repartir sus bienes entre los pobres.
Por consiguiente habiendo falseado su destino, de ella no ha de quedar en pie sino el recuerdo de una casta oprobiosa que trató de dividirse para subsistir, en dos líneas igualmente malintencionadas: la de los jerarcas conservadores y la de los politiqueros arribistas.
Yo digo que desde hoy, habiendo salido el hombre de esta Tierra hacia otros mundos, hacia el cosmos, sólo hallará equilibrio en la Religión Interior.
Desde hoy, toda religión que apegue al hombre a cultos y ritos, miente.
En otras épocas el espíritu necesitó de apoyos, pero hoy se apresta a marchar solo, sin custodia de sacerdotes, sin cercos de templos.
Únicamente la Religión Interior servirá a los hombres en su evolución futura.
Dios ha muerto en los templos, ha muerto en las imágenes, ha muerto en sus representantes… pero ha renacido en el corazón sencillo del hombre americano.
En esta América, continente largo, por fusión de pueblos y de razas nace un contenido y un significado para devolver al mundo.
América helada y abrasada, desierta y plena, encrespada y hundida, ha sonado la hora de tu misión.
¡Despierta y levántate!
…Allí, en los otros continentes el paganismo hace desiertas a las ciudades pobladas y el desierto crece cubriéndose de escombros y de máquinas.
También la máquina será bendición cuando los hombres cuenten con el espíritu de América. Hoy se trata de liberar el espíritu de América. Pero esa liberación violenta que predicas, es una nueva división en la conciencia del hombre americano.
Tú quieres sacudirte el Imperio mediante la fuerza, y a él le interesa que uses la violencia porque así te divide.
No des coces contra el aguijón, porque éste más se aguza mientras tú te hieres.
Si tú y tus hermanos se unen en una misma fe, ¿a dónde clavará el guerrero su aguijón?
Cuando una misma idea sople como huracán por toda América, no habrá imperio en el mundo capaz de mantenerla esclavizada…
Sé que todavía no me comprendes. Te preguntas:
Cómo es posible que una religión interior hermane a los hombres? ¿Cómo es posible que a la opresión y la violencia se las derrote por medio de la Paz?
Cuando todos los intentos sean gastados, cuando tu vieja lucha, esté perdida, buscarás la paz y entonces la violencia será dentro del Imperio y caerá.
Pero comprende bien: todo depende de tu liberación interior, de tu paz interior. El resto se producirá a consecuencia de ello».